viernes
























Mi abuelo era vitalicio, había sido uno de los fundadores del club. O así me decía él. Yo siempre le creí sus historias peregrinas, sus leyendas de adelantado. De otra forma no se puede vivir. Para que yo tampoco pagara, el de la entrada me hacía pasar por un hueco en el alambrado, y después de una vuelta, me reencontraba con mi abuelo y nos íbamos a la platea. Contaba veinte, veinticinco personas, viejos, parecidos a él, con los pantalones de vestir de tiro demasiado alto, hablando ese acento pastoso de sangre y furia que me había hablado al nacer. Ahí éramos todos españoles, pero yo me sentía gallego, porque papá siempre me insistía con que Galiza nom e Espanha, que nosotros pertenecíamos a un pequeño país conquistado por un Imperio, y que algún día lograríamos recuperar la autonomía. Creo que nunca vi perder por goleada al Deportivo, ni perder mal. Una vez vimos un partido contra Velez en la popular visitante y fue un velorio. Enfrente un puñado de hijos sin futuro, colgados del travesaño de la sangre, alentaban a once diablos mestizos auspiciados por Bieckert. La noche que festejaron su aniversario hubo fuegos artificiales en el cielo y eso todavía lo recuerdo. Después nos fuimos al buffet y a mí me sentaron al lado de Catalano.


"Español, uno de los clubes con menos hinchas que haya jugado en la "A", un equipo que no tenía problemas en ir a jugar de local a cualquier cancha, y acomodar sus 200 hinchas en una escalera, para así recaudar más contras los grandes, y después ganarles en el cesped."

.

No hay comentarios: